El Ecuador al igual que los otros países, sufre los estragos de la propagación del COVID-19 que, a más del dolor que deja a su paso la enfermedad, revela la inexorable necesidad de unir los esfuerzos públicos, privados y comunitarios para atenuar sus graves efectos.

El 22 de abril se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, una efeméride oficial proclamada por las Naciones Unidas en 2009.

El número promedio de “días de aire de buena calidad” aumentó 21,5% en febrero, en comparación con el mismo período del año pasado, según el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China.

Los habitantes de ciudades tienden a vivir más si residen en vecindarios con árboles, según un estudio publicado que asoció las áreas verdes con menores tasas de muertes prematuras.

Los satélites de las agencias espaciales norteamericana (NASA) y europea (ESA) han detectado en las últimas semanas un notable descenso de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en el espacio aéreo de China. Se trata de un beneficio inesperado ante las medidas de bloqueo para minimizar las infecciones por coronavirus: una mejora dramática en la calidad del aire de la nación.

En Ginebra, Suiza, el Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) aprobó la propuesta técnica del proyecto “Arbaro Fund: Fondo Forestal Sostenible”, iniciativa que contempla un presupuesto de USD. $200 millones a entregarse a siete países de África (Etiopía, Ghana, Sierra Leona y Uganda) y Latinoamérica (Paraguay, Perú y Ecuador).