Menos Bosques en la Sierra norte

Una mancha gris resalta en medio del verde del bosque de Guayabillas, el principal pulmón de la ciudad de Ibarra (Imbabura).

Los pájaros ya no asoman por las ramas carbonizadas de los árboles de eucalipto, algarrobo, cholán, guayabillas… desde el 3 de junio último. Ese día un incendio forestal consumió parte de los centenarios árboles.

Según Jorge Terán, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos, de Imbabura, se quemaron 15 hectáreas. En el suelo, cubierto de ceniza, tampoco hay flores silvestre ni mariposas que adornan el paisaje como en el resto de este parque, que mide 54 hectáreas.

La muerte de animales y vegetales es uno de los problemas de los incendios forestales, comenta Sonia Narváez, especialista en temas ambientales.

Según Jorge Terán, titular de la Secretaría de Gestión de Riesgos, de Imbabura, se quemaron 15 hectáreas. En el suelo, cubierto de ceniza, tampoco hay flores silvestre ni mariposas que adornan el paisaje como en el resto de este parque, que mide 54 hectáreas. La muerte de animales y vegetales es uno de los problemas de los incendios forestales, comenta Sonia Narváez, especialista en temas ambientales.

“Dependiendo del sitio se producen afectaciones diferentes”, comenta. En el páramo, por ejemplo, se pueden destruir árboles de polylepis, aliso, pumamquis y pajonales. La desaparición de estos últimos afecta directamente a las fuentes de agua.

“Este problema se siente a mediano y largo plazo”. En Guayabillas hay 15 especies entre animales y vegetales, comenta Segundo Fuentes, director del Ministerio del Ambiente, en Imbabura.

La imagen paisajística también se afecta. Desde el centro de la ciudad de Ibarra se observa la mancha gris en la loma, que desde el viernes a domingo recibe a unos 1 500 visitantes.

Este es el principal pulmón de la urbe, que al igual que el resto de cantones tiene un déficit de espacios verdes. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que debe haber 9 metros cuadrados por habitante, en Ibarra hay 1,83 metros.

La destrucción de una parte de este pulmón preocupa, tomando en cuenta el informe del INEC que dice que la capital imbabureña es una zona asfixiante.

Pero no es el único lugar con problemas. Según la Secretaría de Gestión de Riesgos de Imbabura, en esta provincia resultaron quemadas 153,57 hectáreas de bosques y pajonales y 30 hectáreas de cultivos.

En Carchi los daños, por los incendios ambientales, ascienden a 300 hectáreas, según datos de los cuerpos de Bomberos.

Uno de los últimos incendios ambientales ocurrió el miércoles último en la comunidad de Zuleta, en el suroriente de Ibarra.

El fuego destruyó 12 hectáreas de un bosque de pino. Ese mismo día se consumían los pajonales de la Loma Cruz, en la parroquia de Imantag.

El humo llegó hasta la comunidad y dificultaba respirar con normalidada. Eso alarmó a vecinos como Alberto Menacho, quien vive al pie de esta elevación.

La contaminación del ambiente es otro de los problemas que generan los incendios forestales.

En los dos lugares se investigan las causas de las quemas.

“Un campesino habría prendido fuego a unas hojarascas, mientras limpiaba su terreno. Luego se retiró.En ese momento, el viento habría dispersado el fuego del bosque”, señala Fuentes.

“La quema de basura (hojarasca) es normal en el campo”, comenta José Sandoval, agricultor de Zuleta. “A esta práctica se denomina quema agrícola. Pero sin el control adecuado es la principal causa de los incendios forestales”, explica Manuel Jaramillo, jefe de Bomberos de Bolívar, Carchi.

Este último cantón, precisamente, ha sido el más afectado de la provincia fronteriza por el fuego.Solo en junio se quemaron 273 hectáreas de árboles y pajonales en Pueblo Viejo, Puntales Alto y el cerro Las Cabras.

“En Pueblo Viejo trabajamos dos días para apagar las llamas”.

No hay un mecanismo que permita medir las pérdidas que causa el fuego en la naturaleza, según los técnicos. Pero Fuentes explica que el Ministerio del Ambiente creó un acuerdo institucional que permite calcular los daños.

Este prevé el pago de USD 1 600 a 2 600 por la destrucción de una hectárea de bosque o pajonales. “Esa cifra no cubre los daños, pues un bosque tarda entre 20 y 30 años en recuperarse. Pero ese monto servirá para restituir por lo menos la vegetación”.

El Código Penal y la Ley forestal también fijan penas. A pesar de ello no se ha sancionado a ninguna persona en el país. Entre tanto, Guayabillas, el pulmón de Ibarra, aún no se recupera.
Fuente: Diario EL COMERCIO