Diez nuevas especies de insectos “palo” y tres insectos “hoja”, de esos que se mimetizan entre los árboles; cuatro nuevos anfibios, tres plantas y un reptil, veintiuno en total. Esos son los últimos descubrimientos que acaba de presentar el Programa de Evaluación Rápida (RAP, por sus siglas en inglés), realizados por la Fundación Conservación Internacional en el área de conservación Los Tepuyes, dentro del Bosque Protector de la cuenca alta del río Nangaritza, en la cordillera del Cóndor.
El Programa de Evaluación Rápida consiste en que un grupo de científicos especializados en diferentes áreas se interne en el sitio a estudiar, realizar conteos de plantas, aves y demás elementos dentro del ecosistema; recoger la mayor cantidad de muestras de la flora y fauna para luego analizarla en un laboratorio y diagnosticar el estado de conservación del lugar. En el 2009, un equipo de 20 científicos se internó durante dos semanas consecutivas en Los Tepuyes, de 4.232 hectáreas, en la provincia de Zamora Chinchipe; y después de analizar las muestras extraídas, el 7 de septiembre pasado, se presentaron los resultados.
“Afirmar que encontramos una nueva especie es una gran responsabilidad, por ello la aparente demora. Imagínese comparar todo lo que encontramos con todo lo que ya existe”, explica Juan Guayasamín, investigador y editor del RAP.
En el denso bosque que forma este sitio de la frontera suroeste del país se registraron 274 especies de plantas, 65 mamíferos, 205 aves, 27 anfibios, 17 reptiles, 51 hormigas, 27 insectos con apariencia de hoja y 15 insectos semejantes a un palo.
“La cordillera del Cóndor, por ser un área aislada, es una zona de alto endemismo (con especies únicas de ese hábitat), y el lograr identificar tal diversidad y más de 20 nuevas especies es una forma de revalorizar la zona con el objetivo de que sea protegida”, añade Guayasamín, doctor en Biología Evolutiva y parte del Centro de Investigación de la Biodiversidad y del Cambio Climático de la Universidad Indoamérica.
Las principales amenazas para la cuenca alta del río Nangaritza, administrada por la Asociación de Centros Shuar Tayunts y la Asociación de Trabajadores Autónomos San Miguel de las Orquídeas, que identificó este estudio, se relacionan con las actividades mineras que se desarrollan en los alrededores de la zona.
Alfonso Ortega, presidente de la Asociación de Trabajadores de la comunidad Las Orquídeas (ubicada a unos dos kilómetros del área de conservación), asegura que su agrupación, junto con el pueblo shuar, han impedido que empresas mineras ingresen a la zona.
Sin embargo, Ortega comenta que es muy difícil proteger el área sin recibir alguna retribución económica. Relata que su asociación ha solicitado, desde hace unos cinco años, al Ministerio del Ambiente (MAE) que se la reconozca como propietaria del área. “Nosotros no queremos trabajar (sembríos o ganadería) en el área protegida, sino conservarla. Pero con un papel de propietarios podríamos incluirnos en el programa Socio Bosque”, dice el presidente de la asociación, refiriéndose al proyecto impulsado por el Ministerio del Ambiente, que consiste en entregar un valor económico a los propietarios de bosques para los que se destina la conservación. Además, añade que su asociación incursionaría en el turismo comunitario.
Sobre este requerimiento, el documento resultante de la Evaluación Rápida recomienda que se implementen planes de reforestación y la inclusión en el Programa Socio Bosque.
Además, en las recomendaciones generales, el documento propone delimitar el área protegida, incluyendo zonas intangibles, científicas y turísticas. “Se deben establecer sanciones claras para aquellas personas que violenten la zona protegida”, enfatiza.
Además propone la creación de un Parque Nacional que incluya las cordilleras del Cóndor y Cutucú. “Este proyecto permitiría la conservación de una de las zonas biológica y culturalmente más diversas de Sudamérica. Sin embargo, para que la creación de este parque realmente sea significativa, se debería prohibir la explotación de su subsuelo”, detalla el documento, refiriendo que en las proximidades del área existe extracción petrolera, además de la minería artesanal y a gran escala.
Mientras tanto, los datos expuestos por el Programa de Evaluación Rápida pretenden ejercer presión sobre las autoridades locales para proteger de mejor manera esta área, expresa Guayasamín, quien resalta la importancia biológica del lugar, pues Los Tepuyes, de la cuenca alta del río Nangaritza, según el informe científico, se conserva intacto en el 98%.
“En nuestros bosques pueden estar las curas para muchas enfermedades, existentes o futuras. Su conservación es esencial”, expone Guayasamín.
Fuente: www.eluniverso.com (http://bit.ly/npB3Po)