Eduardo Rojas, subdirector general de la FAO: «Para salvar los bosques de los incendios, hay que gestionarlos»

¿Qué reflexiones le vienen a la cabeza a partir de los actuales incendios en Valencia, España?

Aunque evidentemente es prematuro para saber el alcance de los daños, se trata de los incendios forestales más graves acaecidos en la Comunitat Valenciana y en la franja mediterránea española desde 1994. Los incendios forestales son un elemento estructural del clima mediterráneo al que la sociedad hasta ahora ha respondido de forma bastante limitada.

Pese a la creencia popular de que cada día hay menos bosques –cosa cierta en otras regiones del Planeta– la virulencia de estos incendios demuestra justo lo contrario.

Es la consecuencia de expansión de la masa forestal la que explica esta situación conjuntamente con los factores meteorológicos tan adversos.

¿Por qué han sido tan virulentos?

Las condiciones meteorológicas de los pasados días han sido muy desfavorables, especialmente porque se veían reforzadas por una temporada precedente muy seca y con varias olas de calor extremo en los dos meses anteriores.

¿Qué causas estructurales los explican?

La Comunidad Valenciana sufre una fuerte dicotomía entre una pequeña fracción del territorio que acumula la práctica totalidad de población, la actividad económica y la inversión pública y privada, y una mayor parte del territorio que ha perdido en buena medida su sentido originario, por su vinculación a la producción de alimentos, materias primas y energía. Ahora ha pasado a proveer servicios ambientales vitales (como agua, protección del suelo, biodiversidad, mitigación del cambio climático o paisaje) pero de su coste nadie se siente responsable.

¿Qué ha fallado?

Es todavía prematuro para responderlo. En todo caso, existe un amplio consenso en que las políticas meramente reactivas basadas exclusivamente en una inversión desproporcionada en extinción, frente a la prevención, en un sentido amplio han agotado su recorrido. Uno de sus principales efectos perversos es la denominada paradoja de la extinción.

¿Qué es?

Como cada día somos más capaces de extinguir hasta el 99% de los incendios en las primeras horas, estamos acumulando un riesgo enorme en cuanto por condiciones meteorológicas extremas se escape un incendio. Por ello, se hace necesario disponer de una segunda estratégica de ataque al fuego en el caso que éste se haga catastrófico.

Esta estrategia tiene que ser diferente de la previa, dado que el agua transportada por tierra o aire además de su coste nunca podrá con un incendio de grandes dimensiones. Técnicas ancestrales como los contrafuegos -preferentemente nocturnos-apoyados por líneas de defensa bien diseñadas y una predicción meteorológica afinada, son una cirugía capaz de evitar el peor escenario. Esto requiere evidentemente de un personal técnico altamente cualificado y considerable determinación.

¿Como sería una buena gestión del bosque o territorio para evitarlos?

Al igual que se ha evolucionado de la política de sanidad a la de salud, debe priorizarse también aquí una política proactiva. El monte mediterráneo ha sido gestionado durante milenios y debe seguirlo siendo para eliminar el exceso de biomasa que incrementa el riesgo de incendio. La tendencia hacia el uso de madera como combustibles es extremadamente oportuna. A la vez, es necesario asegurar flujos económicos que compensen los servicios ambientales que gratuitamente vienen proviniendo los bosques.

Finalmente, se requiere una ordenación del territorio que
evite continuidades horizontales de masa forestal mediante mosaicos agrícolas estratégicamente ubicados con función de cortafuegos pero mucho más sugestivos y eficientes. La inminente reforma de la PAC, especialmente las medidas de desarrollo rural, tienen una considerable potencialidad para abordar estos retos.

Se han destinado pocos recursos a la extinción, hasta que punto han incidido los recortes en extinción?

Los recursos destinados a extinción han sido los últimos en ser afectados por la crisis. No obstante no existen medios suficientes para proteger todas las instalaciones, urbanizaciones, poblaciones, etc. En lugares con problemas estructurales de incendios se hace necesario disponer de mecanismos de autodefensa en todas las zonas con riesgo de incendio forestal como por ejemplo mediante planes de autodefensa de urbanizaciones. Es algo a lo que debemos de acostumbrarnos como a la ITV de los ascensores de las viviendas.

 

Fuente: www.lignum.cl