A lo largo de la historia del Ecuador, los bosques nativos han sido motivo de explotación, sin que exista una reposición que permita su permanencia para uso de las generaciones siguientes. En 1958 toda la amazonía ecuatoriana, la región costa y los flancos externos de las cordilleras eran muestras de la variedad de bosques conteniendo una no cuantificada diversidad de flora y fauna.
Hoy se estima que solo restan unos 8 millones de hectáreas de bosque, la mayor parte de ellas en el sistema de áreas protegidas y bosques protectores; pero bosques que provean de madera se calculan en menos de un millón de hectáreas, en sitios de difícil accesibilidad; en Esmeraldas restan unas 25.000 ha de bosque primario productivo. Por esta razón el Ecuador, luego de ser conceptuado como país forestal, continua con una balanza comercial negativa para los productos forestales.
Frente a este panorama, lo consecuente es repoblar las tierras forestales, a un ritmo estimado de 20.000 ha por año para cubrir la actual demanda nacional. Este propósito de llevarse a cabo exige recursos financieros que no están contemplados en las prioridades gubernamentales ni los disponen los propietarios de esas tierras forestales, que en su mayoría son comunidades indígenas y campesinos pobres de los bosques tropicales.
Que hacer frente a tal circunstancia? Al parecer existe una posibilidad provista por la misma naturaleza, pero que hasta el momento no ha sido debidamente valorada por la sociedad ni reconocida por quienes la poseen, y esta posibilidad real son los bosques nativos secundarios del trópico húmedo, que corresponden a aquella vegetación que surge luego que el bosque primario ha sido extraído en más del 90% de su composición original y en algunos casos reemplazada por pastos o cultivos agrícolas.
En el Ecuador existen pocas experiencias sobre el bosque secundario, y no se dispone de una reglamentación que lo administre, por tal motivo la Corporación de Manejo Forestal Sustentable (COMAFORS), con apoyo de la Organización Internacional de Maderas Tropicales (OIMT), llevo a cabo un proyecto piloto en el norte de la provincia de Esmeraldas, cuyo objetivo principal fue: contribuir al manejo sustentable del bosque secundario de la provincia de Esmeraldas, tanto para la producción de madera como de los bienes y servicios que provee el bosque.
De la experiencia ganada en el proyecto, se concluye que el proceso hacia su reconocimiento y fomento, en un programa de mayor envergadura, requiere salvar algunos escollos y retos mediante la ejecución de acciones como las señaladas a continuación:
Promover en la sociedad el cabal reconocimiento de la importancia social, económica y ecológica que tienen los bosques secundarios. Este es un nuevo ingrediente a ser incorporado en los programas de educación ambiental, existentes en las escuelas y colegios del país.
Identificar y cuantificar la superficie que debe conceptuarse como bosque secundario, estableciendo áreas de atención prioritaria y usando herramientas como el SIG para el efecto.
Concienciar a los dueños de los bosques secundarios para que estén convencidos que en sus manos tienen un recurso que va a contribuir a su sostenimiento y permanencia del resto de recursos naturales renovables bajo su jurisdicción. Ello implica el sistematizar una metodología sencilla de comunicación y formación a las comunidades de bosque.
Generar un sentido de responsabilidad nacional realmente compartida, entre las autoridades, propietarios de los bosques y sociedad en general. Deben considerarse a los bosques secundarios entre los beneficiarios de los incentivos establecidos o por establecer en la política y legislación pertinentes.
Disponer de un paquete de tecnología probada, versátil, fácilmente asimilable y con alternativas aplicables a la circunstancia geográfica regional y a las comunidades dueñas de los bosques secundarios. Debe esta tecnología incorporar los conocimientos que las comunidades de bosque han desarrollado a lo largo del tiempo.
Motivar para que el propietario del bosque, participe desde el inicio en todas las actividades destinadas al manejo de su bosque y demás recursos bajo su responsabilidad. Cualquier colaboración externa debe solamente orientar y facilitar el proceso.
Proporcionar un conjunto de sistemas de manejo integral de los recursos, con especial incidencia en el bosque secundario, basado en el criterio de los propietarios de los bosques y comunidades, pero además adecuado a su idiosincrasia y a las condiciones del mercado.
Identificar los posibles usos y mejores formas de utilización y transformación primaria, agregando valor a los productos del bosque secundario. Este propósito debe ser tomado en consideración desde el momento en que se planifica y orienta el manejo del bosque.
Colaborar con la administración forestal estatal, presentándole una propuesta concreta para emitir una política y normas pertinentes específicas para el fomento, producción y comercialización de los productos del bosque secundario, que en lo posible deriven en el establecimiento de un Programa Nacional de Bosques Secundarios.
Motivar a las instituciones de educación superior a establecer un sistema de investigación sobre bosques secundarios, para disponer de herramientas técnicas, las cuales combinadas con las circunstancias económicas y sociales de las comunidades, contribuyan a su desarrollo, conocimiento y aplicabilidad.
Algunos de los retos mencionados han sido afrontados en el proyecto, pero es de nuestro criterio que el Ecuador requiere de un Programa Nacional de Manejo del Bosque Secundario, frente a este potencial, que hasta el presente no ha sido debidamente valorado y más bien relegado por la sociedad y administración forestal ecuatorianas.
Redacción: Ing.Marco Vinueza/ Ecuador Forestal