Eucaliptos «españoles» en Etiopía

En las Tierras Altas de Etiopía, una región donde predomina la agricultura de subsistencia, en un país que se encuentra en el furgón de cola en casi todas las estadísticas, un grupo de ingenieros de montes español gestiona un proyecto de ayuda al desarrollo protagonizado, en gran medida, por el eucalipto.

Un árbol con una inmerecida mala fama, según explican estos ingenieros, y que se encuentra perfectamente adaptado a las condiciones de esta zona, el Wayu Ena Anget Mewgia y los kebeles cercanos, y a las necesidades de su población.

Necesidades tan básicas como su utilización como combustible para los hogares y como material para la construcción de sus viviendas y cercados, ámbitos en los que se ha convertido en imprescindible debido a la sobreexplotación de los recursos naturales y la fuerte degradación de los suelos provocadas por la explosión demográfica que vive el país.

Luis Gil, director de departamento en la Escuela de Montes de la Politécnica de Madrid y uno de los promotores del proyecto, defiende con vehemencia la elección del eucalipto, por su proyección económica, por su adaptación al medio y por sus múltiples ventajas.

El proyecto pretende incidir en círculo vicioso creado entre pobreza y degradación ambiental mediante el restablecimiento de la cubierta forestal en tierras degradadas.

En este sentido, Paula Guzmán, becada por la Politécnica para el proyecto científico relacionado con esta iniciativa, destaca la importancia de facilitar conocimientos y herramientas de gestión forestal a las poblaciones rurales: «supone crear alternativas» que disminuyen su dependencia de la agricultura como único medio de vida.

Explica que, además, otros objetivos son la recuperación de la flora autóctona y el incremento de la producción agrícola y ganadera, la incorporación de la mujer al mercado laboral, mejora de la calidad del agua y creación de conciencia ambiental. También se investiga la mejora genética de la variante de eucalipto elegida para el proyecto, el Eucalyptus globulus, y la posible introducción del pino canario y del olmo común.

Objetivos cuyo punto de partida se encuentra en la recuperación de un antiguo vivero creado por la ONG Farm Africa, cuya recuperación ha sido posible gracias a las ayudas prestadas por la Universidad Politécnica de Madrid y por el Ayuntamiento de Alcobendas.

Margarita Burón y Wubalen Tadesse

La implicación de este ayuntamiento se produce a partir de un trágico suceso, el fallecimiento en accidente de tráfico, en junio de 2007, de una de las principales implicadas en el proyecto, la ingeniera técnica forestal Margarita Burón, vecina de esa localidad madrileña.

Luis Gil explica que la historia de este proyecto sólo se puede contar citando a Margarita , alma máter de la idea en España, y a un tercer personaje, Wubalen Tadesse, un ingeniero forestal etíope formado en Cuba que en los años noventa aparece en la Escuela de Montes para hacer su doctorado gracias a una beca de la Agencia Española de Cooperación

Tras su estancia en España, Tadesse vuelve a Etiopía y se integra en la administración de su país. Poco después, en 2004, Burón, Tadesse y Luis Gil deciden presentar una propuesta a la convocatoria de la Universidad Politécnica para financiar proyectos de cooperación.

La relación con Tadesse, actualmente director de Investigaciones Forestales de Etiopía, explica en buena medida que el proyecto de cooperación salga adelante con plenas garantías: «en un país con tanta pobreza, donde la corrupción es un grave problema, nuestro contacto personal nos permite asegurarnos que nuestros esfuerzos van a donde realmente se necesitan», asegura Luis Gil.

Inicialmente se planteó la posibilidad de trabajar con especies autóctonas, pero rápidamente fue evidente que el eucalipto era la mejor opción «para hacer cooperación para el desarrollo del Tercer Mundo, no del Primer Mundo. No vamos a generar los bosques que querrían los europeos».

«La gente del lugar – explica Luis Gil – nos dicen que ellos lo que quieren es eucaliptos; son conscientes de sus necesidades y de las ventajas que tienen frente a otras especies».

El trabajo realizado no ha estado exento de contratiempos, como «la desaparición» de plantones de los viveros («los campesinos estaban acostumbrados a llevárselos», explica Gil), las dificultades que se enfrentan cuando hay que comprar suministros («hay que enviar a un local a negociar al principio; si te ven europeo te cobran cuatro veces más») o las diferencias culturales.

Una de estas diferencias se ha producido recientemente con la construcción de una vivienda para los cooperantes españoles; éstos pretendían una construcción integrada en la comunidad y el paisaje, construida con materiales tradicionales.

El resultado, sin embargo, ha sido muy distinto: los materiales escogidos han sido los bloques de hormigón para las paredes y la uralita para la cubierta, con un llamativo depósito de plástico sobre el tejado. Materiales de moda en estos momentos y motivo de orgullo para sus constructores.

Luis Gil expresa de forma políticamente incorrecta sus opiniones respecto a la casa y a muchos de los problemas que encuentra para el desarrollo del proyecto, como por ejemplo los derivados de la gestión administrativa de las ayudas que recibe, un trabajo que considera imprescindible pero que resulta muy ajeno a las labores docentes y de investigación que lleva a cabo su departamento.

Estos problemas, sin embargo, no le impiden seguir trabajando en el desarrollo del proyecto: su siguiente reto es la convocatoria de un congreso sobre el eucalipto en Addis Abeba.

Su objetivo es reunir personas e instituciones etíopes interesadas en la silvicultura con el objeto de transferirles el conocimiento y las herramientas desarrolladas durante estos años de trabajo.

Gil señala que Etiopía tiene una población de 70 millones de habitantes y que en el 2030 las previsiones apuntas a 120 millones de habitantes: «para entonces la tierra no habrá aumentado ni medio metro, por eso, para conseguir lo que la gente llama sostenibilidad, la única forma es incrementar la producción forestal, reproduciendo los mejores ejemplares y mejorando la explotación forestal».

Con esta perspectiva, critica de forma contundente la «hipocresía que supone querer hacer cooperación al desarrollo plantando los bosques que nos gustaría ver a los europeos. Hay que utilizar aquello que mejor se adapta a las necesidades de los sociedades en las que trabajamos, y en este caso, el eucalipto es la mejor opción».

Fuente: http://www.portalforestal.com/informacion/4901-eucaliptos-qespanolesq-en-etiopia.html