Chile: Debemos tener más recurso forestal

El nuevo director ejecutivo de la Conaf sostiene que hoy es fundamental plantar, y
que existen 2,5 millones de hectáreas disponibles para eso. Además, explica cómo
van a enfrentar los cambios institucionales que se avecinan para este organismo,
que ya cumplió 40 años de existencia.

Para el ingeniero forestal de la Universidad de Chile Eduardo Vial Ruiz-Tagle fue
bastante sorpresivo que su nombre haya sido propuesto como director ejecutivo
de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), ya que él nunca había trabajado en el
sector público.

De larga trayectoria en cargos gerenciales en Masisa y en instituciones como la
Corporación Chilena de la Madera, a él, sin embargo, le pareció bastante atractiva
la propuesta que le hicieron llegar a través de unos amigos forestales: “Me
entusiasmó colaborar con este gobierno y continuar desempeñando una labor en
un sector donde siempre he estado ligado. Es un buen desafío, ya que uno ha
pasado por hartas cosas y estoy en una edad en la vida en que se necesita saber
que puedo seguir aprendiendo”.

El nuevo director ejecutivo de la Conaf (56 años, casado y padre de cinco hijos)
reconoce que le pidieron enfocarse básicamente en tres asuntos prioritarios: qué
hacer con la Ley de Fomento Forestal, implementar la Ley de Bosque Nativo y
ordenar las finanzas de la institución.

En relación con el Decreto Ley 701, dice que, en definitiva, el trabajo se ha
concentrado “en extender las cláusulas por dos años más y el proyecto está a
punto de ingresar al Congreso. No ha tenido muchas modificaciones, pero ha
requerido de bastante trabajo de convencimiento y de aclarar cosas, ya que en los
ministerios que hay gente nueva y fue necesario explicar de qué se trata. Ahora
tenemos que empezar a trabajar inmediatamente en hacer una nueva Ley de
Fomento”.

Acerca de la Ley de Bosque Nativo, reconoce que es un asunto bastante prioritario:
“Vamos en el segundo Concurso y es hora de poner en marcha algunas
modificaciones a la Ley, discutirla. Junto con esto, surge una arista nueva, que es la
aplicación o el impacto que tiene esta ley en todos los estudios de evaluación de
impacto ambiental en proyectos de diferentes sectores. Esto es algo que debemos
analizar y enfrentar”.

El tercer “gran asunto”, dice, se relaciona con “lo imperioso que es ordenar el tema
de las finanzas y presupuestario de la institución”.

¿Con qué se encontró cuando llegó a asumir su cargo a la Conaf?

Encontré una Conaf ordenada y sin graves problemas. Hay un par de cosas que no
le encuentro explicación, pero que no generan un impacto muy grave en las
finanzas de este año. Con esto me refiero a que no tenemos toda nuestra planilla
de dotación financiada hasta fin de año. Es un detalle, ya que en general está todo
ordenado, y esperamos arreglar este problema lo antes posible, para no tener
problemas con posterioridad.

Cambio institucional

Sin duda que un asunto muy relevante que deberá enfrentar Eduardo Vial es el
cambio de estatus jurídico de la Conaf, que pasará de ser una institución de
derecho privado a una institución fiscal.

También se ha planteado que la protección del Sistema Nacional de Áreas
Silvestres y Protegidas del Estado (Snaspe) pase a manos del Ministerio de Medio
Ambiente o de Bienes Nacionales, una decisión que –al cierre de esta edición– aún
no estaba definida.

En concreto, ¿qué va a pasar con la Conaf?

La ley que creó el Ministerio de Medio Ambiente incluye un mandato que dice que
el Presidente tiene la obligación de presentar un proyecto de ley que transforme a
la Conaf en un organismo público el 26 de enero del 2011. El tema de
transformarse en una entidad fiscal es algo imperioso y necesario, ya que la Conaf
cumple funciones para el Fisco; somos empleados públicos y estamos financiados
por el Estado. La verdad es que no podemos no ser fiscales. No lo veo como un
proceso tan complicado, pero hay que ver bien el tema de la dotación, de los
cupos que van a seguir trabajando en la Conaf.

Junto con este cambio, hay una ley para crear el Servicio de Biodiversidad y de
Áreas Protegidas, lo que evidentemente toca de lleno a la Conaf, porque uno de
sus tres pilares funcionales es la protección del Sistema Nacional de Áreas
Silvestres y Protegidas del Estado. Hay otros ministerios que también quieren tener bajo su tutela al Servicio de Parques; puede ser el Ministerio de Medio Ambiente o el de Bienes Nacionales. Pero eso no se ha decidido aún. Tal vez la Conaf siga a cargo.

Nosotros estamos trabajando, independiente de dónde quede finalmente. Creo
que lo más importante que tenemos que resolver es qué queremos nosotros y que
está demandando el país de un Servicio de Parques o de Áreas Silvestres
Protegidas. En ese sentido, al interior de la Conaf queremos dejar lo más ordenado
posible el sistema que estamos administrando hoy, ya sea para poderlo traspasarlo
o bien para seguir llevándolo nosotros.

Nos interesa mucho la discusión acerca de qué queremos hacer, con qué
financiamiento, con qué inversión y con qué estándar queremos que estén
manejados nuestros sistemas silvestres. Lo que sí tenemos claro, y los estudios así
lo confirman, es que el Sistema Nacional de Áreas Silvestres y Protegidas del
Estado que tiene Chile y que es administrado por la Conaf es precario en
inversiones y recursos. La verdad es que estamos administrando pobreza. Por eso
digo que la Conaf lo ha hecho brillantemente, considerando los pocos recursos que
tiene. Se necesita un servicio de categoría, pero estamos bastante más atrás que
otros países latinoamericanos.

¿Usted prefiere que el Snaspe quede en Conaf, o no?

Mi opinión es que primero debemos tener la discusión de lo que queremos y
cuando tengamos eso claro ver dónde es más eficiente que esté. Personalmente,
creo que las competencias están en el Ministerio de Agricultura, dado el
conocimiento de la fauna, del manejo de la vegetación y del Sistema de Parques
que tiene Conaf. Además, hay mucha experiencia en temas vegetales y biológicos
en otras divisiones, como el INIA y el Instituto Forestal.

¿Cuáles serán las nuevas funciones de la Conaf?

Tenemos tres funciones básicas. Primero, el tema de la regulación y fomento
forestal, tanto de plantaciones como de bosque nativo. Segundo, la protección y
manejo del fuego, y, tercero, la protección de las Áreas Silvestres Protegidas. Si nos
sacan esta última nos quedamos con las dos funciones anteriores, y de ellas la
función forestal adquiere una importancia mucho mayor, porque con la Ley de
Bosque Nativo aumentó la intensidad del trabajo.

¿Los trabajadores de la Conaf están muy inquietos por los cambios que se avecinan?
¿Qué pasará con ellos?

Los parques no pueden quedar botados. Si se van a otro ministerio, es lo mismo
que pasar de la Conaf privada a la pública; a lo más es un cambio de ‘chaqueta’ y
pienso que no debiera pasar de eso.

Lo hemos conversado abiertamente con la gente, con participación de los
trabajadores y de los sindicatos y, por ahora, le estamos dando solo un enfoque
netamente técnico; después veremos cómo se reparten las funciones.

¿Qué pasará con el presupuesto?

Estamos trabajando en eso, pero todavía no lo tenemos definido. Estamos
suponiendo el presupuesto del próximo año en base a la operación que tenemos
hoy día y no la que vamos a tener en el futuro.

Creo que va a haber un periodo de transición. El próximo año se van a discutir
todos estos detalles, porque la creación del Servicio de Biodiversidad y de Áreas
Protegidas no es simple, es una discusión que va a durar unos meses. Por eso,
estamos preparados para poder continuar manejándolo durante todo el próximo
año, para que no haya ningún momento de descuido y nos quedemos con un
lapsus de transición no cubierto.

¿Está la Conaf preparada para combatir los incendios forestales, para velar por la
conservación y protección de la biodiversidad y de las áreas silvestres protegidas y,
además, para promover el fomento productivo? ¿No es acaso mejor tener
instituciones especializadas?

Yo diría que sí; la Conaf lleva 40 años trabajando en estos tres ámbitos y tiene
gente capacitada y profesional, con mucho conocimiento práctico y teórico para
enfrentarlos.

¿Tiene la Conaf los recursos suficientes para enfrentar estos desafíos?

Los recursos siempre son escasos. Estamos solicitando un incremento respecto de
lo que vamos a gastar este año, porque hay un par de cosas que tenemos que
mejorar, como el Programa de Manejo del Fuego y el incremento de trabajo que
nos está significando la puesta en marcha de la Ley de Bosque Nativo. Están
postulando más de 1.400 propietarios de terrenos, muchos de ellos son pequeños
propietarios –con un promedio de siete hectáreas– y eso implica la confección del
plan de manejo, y eso significa tiempo, profesionales y cosas que no estaban
pensadas en la ley.

Entendemos que Conaf ha propuesto liderar la regulación del uso de la leña en los
nuevos planes de descontaminación: ¿es una manera de compensar las funciones
que les están siendo reasignadas a otros servicios públicos?

No, entiendo que las responsabilidades de la ley de leña van a estar a cargo del
Ministerio de Energía, con quienes estamos trabajando muy unidamente, aunque
mi opinión es que en este tema nuevamente la experiencia la tenemos nosotros.

La intención de Conaf es colaborar con el Ministerio de Energía y todo indica que
nos va a corresponder hacer el control, es decir, procurar que la leña provenga de
bosques controlados con sistemas de manejo. Para ser más eficientes, es probable
que asumamos un rol –el cual estamos viendo cómo implementar– en relación con
la medición de humedad de la leña, pero todavía no está definido.

Fomento forestal

¿Qué le parece la extensión del DL 701 por dos años y el hecho de que oriente hacia
los pequeños y medianos propietarios, y la generación de energía?

En 1998 la Ley de Fomento Forestal ya tuvo una modificación, que fue orientada a
los pequeños propietarios y a la protección del suelo, cuyo objetivo era generar
plantaciones y evitar la erosión.

Hoy creo que lo fundamental es plantar. Hay más de 2 millones y medio de
hectáreas que se pueden agregar a las que ya existen. El país necesita que haya
oferta de materia prima para nuevos proyectos industriales, como una nueva planta de celulosa o de tableros. Por lo tanto, debemos tener más recurso forestal.
Estas nuevas plantaciones van a ser en terrenos que son más marginales en calidad, más erosionados o en superficies más pequeñas. Van a ser plantaciones más complicadas y, claramente, también tienen un sentido más social y ambiental que las anteriores, que fueron únicamente productivas y económicas.

Los bosques permiten ir frenando la desertificación y los árboles pueden ayudar a
la captura de carbono, lo que permite contrarrestar la emisión de gases de efecto
invernadero que produce la economía. La única forma de llegar a un balance
decente, además de emitir menos gases haciendo uso racional de la energía o de
los combustibles, es seguir plantando árboles.

En este sentido, ¿usted cree que es suficiente que se extienda el DL 701 por dos
años?

No, para nada. Nos hemos dado este plazo de dos años para poder construir una
nueva versión de Ley de Fomento. Hay varias cosas que mejorar y resolver.

Tenemos que hacer un análisis de porqué mucha gente no ha participado en las
actividades de forestación, especialmente los pequeños y medianos propietarios –
hoy sabemos que mucha gente que pertenece a este sector no ha participado, ya
que reciben un sueldo y no califican como propietarios Indap. Hay que resolver
este tipo de problemas, mejorar este instrumento y redireccionarlo hacia los
pequeños y medianos propietarios.

También hay que generar incentivos para la dendroenergía o la biomasa, para que
los inversionistas que quieran hacer proyectos de energía eléctrica se atrevan. Chile podría generar bastante más energía eléctrica con madera.

Si tendrá un énfasis dendroenergético, ¿cómo se espera compatibilizar esquemas
de alta densidad de plantación con subsidios que no se vayan a las nubes?

No tengo todavía la respuesta. Este tema está ‘verde’ y tenemos que ver cómo
resolverlo en la ley. Primero que todo, hay que asegurar esta alianza entre el
forestador y la planta de energía, que es lo más difícil. Probablemente en otros
países hayan soluciones con plantaciones de corta rotación, pero mientras más
corta son mejores los suelos, y nosotros estamos apostando a suelos más pobres.
Lo más probable es que tienda a ser una solución mixta.

Fuente: Lignum