Una apuesta a favor del Bambú

La caña guadúa es importante en Santo Domingo, tanto que hasta se encuentra representada en el escudo de la provincia. El clima y la calidad de los suelos le permiten reproducirse con facilidad.

Y aunque en la región no hay grandes plantaciones se apuntala un proyecto para que esto cambie y la caña (una variedad del bambú) vuelva a crecer y reverdecer los campos tsáchilas.

Según un estudio de la Dirección de Ambiente de la Prefectura de Santo Domingo se estima hay unas 7.000 hectáreas de caña en toda la provincia. La mayoría está en manos de pequeños productores, en cuyas propiedades hay manchas naturales, es decir, brotes que no han sido tratados.

En Las Mercedes, San Gabriel, Nuevo Israel, La Florida, El Esfuerzo y la zona noreste de la provincia se concentra la mayor cantidad de manchas.

Hay una sola hacienda donde se cosecha en grandes cantidades, es la San José, ubicada en el kilómetro 28 de la vía a Quevedo, donde hay 27 hectáreas. Wilson González, su administrador, explica que cada mes, por hectárea corta unas 1.000 cañas.

La producción se destina a la Fundación Hogar de Cristo, cuyas fábricas de casas pre fabricadas están en Guayaquil, Quevedo y Esmeraldas. La misma organización es la propietaria de las plantaciones.

Allí se contrata a ocho personas para la cosecha. La actividad se realiza cada vez que lo requiere la Fundación, especialmente cuando sus proveedores no cubren la demanda. “Esta es como una reserva. Solo cuando se requiere se corta”, señaló González.

Tala indiscriminada
Los productores ven en las manchas de caña una opción para recibir recursos adicionales. Así que las venden a los intermediarios, sin determinar cuáles se pueden y cuáles no se pueden talar, pues el negocio se realiza directamente en el terreno.

Eso puede generar la desaparición del cultivo, que de ser tratado adecuadamente podría entregar hasta 2.500 cañas por hectárea por año, porque mientras más cortes existen más crecen los hijuelos y la cosecha se vuelve generosa con el tiempo. Mientras que al comercializar la mancha completa la producción está lista cada tres años.

De esta planta se puede aprovechar toda la estructura: el cuje para las bananeras y las plantaciones de maracuyá, la caña para la construcción y la pata para las artesanías.

Actualmente en Santo Domingo no se cuenta con un lugar donde se procese o se dé un valor agregado a la caña, señaló Juan Carlos Gómez, técnico del Gobierno de la Provincia.

“Acá los comerciantes traen de todo tamaño y grosor”, señaló Jorge Macas, de Maderera Macas, la cual cada semana recibe unas 500 cañas. El mismo número las comercializa.

Desde allí se vende para la construcción (cabañas, casas, andamios) para las artesanías (muebles) o para el agro (apuntalar el maracuyá y sostener el peso de los racimos en las bananeras).

En las plantaciones de banano, “cada planta necesita de uno o más puntales de guadúa para sostener el peso del racimo, razón por la que la demanda de estos es de millones de unidades”, indicó Vicente Jaramillo, técnico del Ministerio de Agricultura, en Santo Domingo.

Reforestación
La Prefectura, por un lado, y el Ministerio de Agricultura, por otro, tienen un plan para repoblar de bambú a la región.
El Gobierno Provincial tiene un proyecto de reforestación. En el vivero hay casi 10 mil plantas pequeñas de caña guadua. Están en fila, en pequeñas fundas negras, listas para ser transportadas, plantadas y cuidadas.

Este plan se hará en toda la provincia. Lo primero que quieren hacer es proteger las cuencas hídricas así que se trabaja a través de mingas para sembrar esta planta.

Lo han hecho en Luz de América, Febres Cordero, Santa María del Toachi, Las Mercedes, San Gabriel del Baba, San Vicente del Niña, Julio Moreno, Puerto Limón y otros sectores más.

Hasta el momento se cultivaron 100 mil plantas en dos años. Y la meta es 500 mil en 4 años, señaló Gómez.

En el Noroccidente de Pichincha
A nivel del Ministerio de Industria y Productividad (Mipro) conjuntamente con el Gobierno de Pichincha y Conquito mantienen un convenio para financiar la transformación de la central maderera de Andoas en la central del bambú, lugar en el cual se va a generar toda la cadena del desarrollo del bambú de la zona.

La idea es que este convenio permita fomentar la producción del bambú y asociar a la gente en microempresas que puedan producir o participar en las diferentes etapas de la cadena del bambú.

Cifras
$ 0,30
cuesta una planta pequeña lista para sembrar.

$ 600
es el valor para producir una hectárea, hasta que se puede realizar
la primera cosecha.

$ 0,30
pagan los intermediarios por cada caña que cortan, en los terrenos.

$1,50
se le cobra al consumidor final por cada caña.

Fuente: Diario La Hora