Ecuador recluta a habitantes de los bosques como agentes de conservación

Vincular la deforestación con los habitantes de los bosques ha sido tan común como relacionarla con la pobreza, pero Ecuador cree que en el tema de la tala de árboles y sus consecuencias, el ser humano no es el problema sino la solución.

Así lo aseguró Max Lascano, director del proyecto Socio Bosque, impulsado por el Gobierno de Ecuador y que en la víspera de cumplir dos años ya ha asegurado la conservación de más de medio millón de hectáreas de bosque nativo por los próximos veinte años.

Conscientes de que lo punitivo no siempre funciona, Ecuador decidió imponer una «revolución» en el tema y convertir en sus «socios» a los propietarios de las tierras para evitar la deforestación, comentó Lascano en entrevista con Efe.

Así se han suscrito 631 convenios, que involucran a unas 60.000 personas, especialmente en la Amazonía y la zona costera, para que no talen los bosques nativos, a cambio de un incentivo de máximo 30 dólares por hectárea al año.

En el estudio de zonificación de las áreas más vulnerables, se analizó el nivel de amenaza a los bosques, la importancia de generación de servicios ambientales (biodiversidad, regulación hídrica, cambio climático, evitar dióxido de carbono) y la incidencia de pobreza, como indicador netamente social.

Entre las principales amenazas se detectaron al cambio de uso de suelo, actividades de monocultivo, las palmicultoras, la extracción ilegal de madera y la expansión de la frontera agrícola.

El más pequeño de los socios, con 1,7 hectáreas, se sumó a la iniciativa más por su significado que por el valor económico, en tanto que el más grande, hasta ahora, la comunidad indígena de los záparos, destinó 89.000 hectáreas a la conservación y recibe unos 70.000 dólares anuales, que los invierte en desarrollo.

«Las personas no son el problema, son la solución, lo que estamos haciendo es engancharles para que nos ayuden a conservar», comentó Lascano, al apuntar que con Socio Bosque, el Gobierno prevé que desde 2008 hasta fin de este año habrá invertido unos ocho millones de dólares.

De participación voluntaria, Socio Bosque incentiva la inversión de los recursos a proyectos para paliar la pobreza, y los propietarios son defensores activos de su patrimonio natural y copartícipes del desarrollo del país.

Ecuador es uno de los 17 países megadiversos del mundo, los que gozan de la mayor concentración de especies, pues alberga entre el 5 y el 10% de la biodiversidad del planeta, según el Ministerio del Ambiente.

El país cuenta ahora con una cobertura boscosa de 10 millones de hectáreas, que incluye a varios tipos de bosques, por las grandes diferencias de altitud y ecosistemas del país, y aunque Lascano cree que el nivel de deforestación, cifrado en unas 198.000 hectáreas por año es menor que antes, le parece igualmente preocupante.

«Ecuador se está quedando sin bosques. Si seguimos así, hay algunas estimaciones de que en el año 2050 Ecuador no tendrá bosques», alertó al comentar que se debe actuar «lo más rápido posible».

Socio Bosque pretende conservar, entre otros, cuatro millones de hectáreas de bosques nativos y con ello evitar las emisiones de gases de efecto invernadero que generaría su destrucción.

La campaña se difunde «de voz a voz», «puerta a puerta», con contacto con organizaciones no gubernamentales, gobiernos seccionales y federaciones campesinas, según Lascano.

Aparte de los fondos locales, Socio Bosque busca recursos en el exterior, pues «el beneficio no sólo es para Ecuador sino para la comunidad entera», dijo al mencionar que Alemania apoya con 10 millones de euros a la iniciativa.

«Si todo nos sale como está saliendo, como esperamos, vamos a lograr reducir la tasa de deforestación de Ecuador a niveles nunca antes pensados y eso va a ser una contribución del Ecuador al mundo. Necesitamos el apoyo porque solos va a ser complicado, porque estamos peleando contra intereses fuertes económicos», dijo.

Para Lascano, economista de profesión con maestría en gestión y planificación ambiental, Socio Bosque es el «primo hermano» de Yasuní ITT, otra iniciativa ambiental de Ecuador que pretende dejar una parte del petróleo de la Amazonía en tierra a cambio de una contribución internacional.

Fuente: adn.es