Ecuador empeñado en frenar deforestación en Amazonía

La deforestación en Ecuador afecta cada año importantes zonas de la Amazonía, la costa y la sierra del país y el gobierno del Presidente Rafael Correa, se ha propuesto detener y revertir esa tendencia y su impacto ambiental.

«Deberíamos estar sembrando las 300 mil hectáreas que se están deforestando cada año, al menos para revertir la tasa neta de deforestación», manifestó recientemente el Jefe de Estado en tono autocrítico y con un claro mandato a todas sus dependencias.

La estimación de Correa supera datos anteriores publicados por la FAO, según los cuales anualmente se perdían en Ecuador alrededor de 180 mil hectáreas de bosques, con una tasa de deforestación del 1,6 por ciento, la segunda más alta de Sudamérica.

Estudios efectuados entre 1985 y 1991 enmarcaban en más de un 90 por ciento la deforestación en la costa ecuatoriana, en cuyos territorios estaba un 13 por ciento de los bosques nativos.

Sin embargo, ese mismo estudio señalaba que en la Amazonía, donde están el 70 por ciento de los bosques ecuatorianos, la acción humana había talado un 30 por ciento, sólo en esos seis años.

Cinco provincias forman parte de la Amazonía ecuatoriana: Sucumbíos, Napo, Pastaza, Morona, Santiago y Zamora Chinchipe, en las cuales actúa una combinación de factores en detrimento de la conservación de la vegetación original de bosques y selvas.

A pesar de la dificultad para definir con mayor precisión el ritmo de deforestación, se estima que en el país desaparecen entre 140 mil y 300 mil hectáreas de bosques por año, lo cual coloca a Ecuador entre los mayores deforestadores en la región.

El proceso de deforestación está asociado a varios factores, entre ellos la ampliación de la llamada frontera agrícola, el desarrollo de proyectos agro-industriales y la explotación de madera y de otros recursos naturales no renovables como el petróleo y la minería.

Según estudios publicados, la ocupación de grandes extensiones de zonas boscosas tropicales que habían permanecido intocadas en Ecuador, experimentó un auge importante a partir de movilizaciones poblacionales espontáneas, entre los años 1940 y 1970 del siglo XX.

Los primeros flujos se dirigieron a la zona noroccidental (región costera y zonas bajas de la Sierra), para extenderse en los años 1960-1970 hacia la zona nororiental (actuales provincias amazónicas de Napo, Sucumbíos y Orellana).

Los bosques naturales comprendían entonces una superficie de 11 millones 473 mil hectáreas, de los 27 millones 200 mil hectáreas que posee Ecuador, aproximadamente un 42 por ciento del territorio nacional.

Apenas un 13 por ciento de esos bosques se localizaban en la costa, un siete por ciento en la sierra y el 80 por ciento en la Amazonía, pero muchos de ellos, principalmente de la costa y de la sierra, han desaparecido y no han sido reemplazados.

En 1968, Ecuador tenía 5.8 millones de habitantes y consumía 5.2 millones de metros cúbicos de madera por año, el 77 por ciento del total destinado al consumo como energía y el 23 por ciento a uso industrial.

En la década 1990-2000, con 13 millones de habitantes y un consumo anual de 10 millones de metros cúbicos, el 66 por ciento se destinaba a la generación de energía y el 34 por ciento a uso industrial.

La presión sobre los bosques obedece a la creciente demanda de las empresas madereras, motivadas por la importante reserva que hay en este territorio y cuya exportación carece en alto porcentaje de valor agregado industrial y se limita a materia prima. En la Amazonía la colonización originó una agricultura itinerante que amenazaba con una depredación gradual del recurso forestal, unido a la acción de las empresas madereras, petroleras, caucheras y mineras, controladas por primera vez por la Revolución Ciudadana.

Parar esa tendencia de destrucción progresiva de los bosques no se limita ahora a atender los Parques Nacionales y Zonas Protegidas.

Se trata de crear conciencia entre la población ecuatoriana de la gravedad del problema e incrementar el ritmo de la reforestación.

La reciente Conferencia Mundial de Pueblos Sobre el Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra, en Bolivia, decidió por ello apoyar la iniciativa Yasuní ITT, en la Amazonía ecuatoriana, consistente en dejar el petróleo bajo tierra a cambio de una compensación económica internacional.

Una de sus resoluciones se pronuncia contra la explotación de hidrocarburos en los bosques nativos y selvas y por la preservación de la biodiversidad y respecto a la vida.

Las causas de la deforestación y degradación de los bosques, precisa la Conferencia Mundial de Pueblos, son resultado de un proceso histórico de explotación colonial, del sistema capitalista y del sobre-consumo de los países desarrollados.

Los conocimientos ancestrales y las prácticas comunitarias y locales de los pueblos históricamente han contribuido al equilibrio de estos ecosistemas y deben ser incluidos como soluciones para enfrentar la deforestación, degradación y fragmentación de los bosques, señalan.

Proteger la Amazonía como pulmón del planeta y recuperar gradualmente los bosques perdidos es una tarea difícil, pero de ella depende no sólo contrarrestar los efectos del cambio climático, sino la protección de la biodiversidad y de la propia existencia humana.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en Ecuador.