Los ingenieros forestales tenemos que reinventarnos

El nuevo presidente del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile analiza la situación actual de esta profesión y los desafíos del sector, con todas sus letras.
Por Felipe González M.

El nuevo presidente del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile AG (Cifag), Jorge Goffard Silva, le ha dedicado mucho trabajo a la actividad gremial. Según él, porque ama esta profesión y porque siente un gran compromiso: “soy un convencido de que es una actividad que uno tiene que realizar, hay mucho por hacer y muchas cosas que deben ser enfrentadas desde el Colegio y no solamente desde las empresas, el sector estatal o donde uno pudiera estar trabajando. Es una especie de Servicio Militar que yo creo que uno debe hacer”.

Elegido por los socios en mayo pasado para dirigir al Cifag en el período 2010-2012 (antes fue vicepresidente de la institución), este ingeniero forestal, que trabaja hace 30 años en el grupo Arauco (hoy es subgerente técnico de Forestal Arauco S.A.), reconoce que tiene una serie de desafíos y mucho trabajo que realizar.

En este sentido, Goffard es categórico en afirmar que deben continuar y fortalecer la labor que venían desarrollando en los directorios anteriores, especialmente durante el mandato de Jaime Salas Arancibia. “Tenemos que seguir luchando por obtener una Subsecretaría Forestal, lo que es de una importancia radical para nosotros”.

Explica que este deseo se sustenta en el hecho de que el sector aporta mucho a la economía del país, siendo la segunda industria exportadora desde el punto de vista del aporte al Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, dice, que no tienen una contraparte en el Estado que logre aglutinar las distintas visiones que existen del sector forestal, para poder desarrollar una política forestal nacional. Por esta razón, afirma que como gremio deben conversar con las autoridades “para lograr convencer o cambiar la visión que existe, de manera de que al sector forestal se le dé la importancia que tiene”.

Para Goffard no se trata de un simple capricho. Dice que la Subsecretaría es el mejor camino, o el más obvio, para el desarrollo sectorial. “Muchos creen que por el nivel de exportaciones o por el nivel de industrias que existen el sector está listo, consolidado y que no hay nada más que hacer. Esto no es así. El sector es mucho más que las plantaciones forestales, celulosa o aserraderos, ya que hay una gran cantidad de actividades y de entes que participan desde el norte al sur del país, que reflejan que todavía no hay consolidación. Por lo tanto, una meta muy importante es que se cree este organismo”.

Desde hace mucho tiempo que se viene hablando de lo importante que es la creación de una Subsecretaría Forestal, sin embargo, no ha pasado nada. ¿Qué ha fallado?

Esa es una respuesta que como Colegio de Ingenieros Forestales no tenemos y todavía estamos esperando. En la reunión que tuvimos cuando fuimos a saludar a las nuevas autoridades, el ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, manifestó –siguiendo la misma línea que las administraciones anteriores– que ellos no veían la necesidad de crear una Subsecretaría Forestal. Nosotros creemos que no existe un argumento técnico de peso que avale esa posición.

En todo caso, él se abrió a la posibilidad de robustecer a la Conaf, mediante un fortalecimiento de su institucionalidad, de la entrega de recursos y, al parecer, de una línea de acción distinta a la que existe actualmente. Es una propuesta bastante novedosa, pero no es suficiente o equivalente a la creación de una Subsecretaría. La Conaf ha desempeñado un papel gigantesco en el desarrollo del sector forestal, pero no creemos que sea lo que estamos pidiendo.

¿Y qué opina de los cambios que se anuncian para la Conaf, que pasará a ser un servicio público, y del traspaso de los parques al Servicio de Biodiversidad y de las Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente?

Como Colegio emitimos nuestra opinión en su oportunidad, rechazando estos puntos. Creemos que la Conaf ha demostrado, en el tiempo, que es la institución indicada para seguir manteniendo el Sistema de Parques Nacionales, ya que ha hecho una excelente labor. Pensar que solamente puede ser un ente fiscalizador y no necesariamente dedicado a la protección es un error de juicio, que tal vez ha sido emitido sin conocer cuál es la realidad. Estimamos que se deberían otorgar los recursos necesarios para que la Conaf pueda fortalecer aún más el buen trabajo que ha desarrollado.

¿Este cambio es un hecho?

La esperanza es lo último que se pierde, por lo que pensamos que existe una posibilidad de que esto no ocurra. Creemos que en algún momento las nuevas autoridades podrían reiniciar nuevos contactos con todos los actores y escuchar y entender las posiciones que defienden la situación actual respecto de quién debiera tener la tutela sobre lo que es la conservación y preservación de los parques en el país.

Una Conaf más pequeña, en la práctica, puede ser un duro golpe para el ingeniero forestal, que vería aún más disminuido su campo laboral…

Sí y no. Creo que los ingenieros forestales tenemos que reinventarnos. El mundo ha cambiado y lo ha hecho para bien, y no podemos seguir pensando que la única alternativa que existe para estos profesionales es trabajar en una gran empresa o en el Estado, a través de la Conaf.

Los ingenieros forestales tenemos que ser capaces de detectar las nuevas oportunidades que se nos están presentando para el desarrollo de nuestra profesión, que no sólo tienen que ver con las plantaciones o con el bosque nativo, sino que con una serie de servicios que el mismo bosque es capaz de dar, y con las necesidades que demanda la comunidad. Así es que no creo que el traspaso de estas responsabilidades a Medio Ambiente sea a costa de los ingenieros forestales, que vamos a tener menos trabajo.

“Cesantes ilustrados”

Entiendo que en los últimos años ha caído notoriamente el interés por estudiar ingeniería forestal. ¿A qué se debe?

Uno de los principales problemas fue el explosivo aumento de las carreras de ingeniería forestal que hubo en Chile. En algún momento llegamos a tener más de once escuelas de ingeniería forestal con características universitarias y eso no era factible para un país como el nuestro, donde la capacidad de creación de ingenieros forestales era muy superior a la capacidad de absorción que teníamos de esos profesionales. Se estaban creando “cesantes ilustrados”, o profesionales que iban a significar un gasto para Chile y que al final iban a terminar trabajando en cualquier otra actividad y no para lo que fueron preparados. Afortunadamente, esto ha cambiado. Poco a poco, el tiempo o el mercado han ido regulando esto.

¿De qué manera pueden reinventarse los ingenieros forestales?

Creo que el ingeniero forestal no debiera enfocarse solamente a pensar en lo que es la transformación primaria del bosque en madera aserrada o en lo que son plantaciones, celulosa, aserraderos o bosque nativo exclusivamente. El sector forestal es mucho más que eso. Hay una variedad de situaciones en las cuales el ingeniero forestal podría estar participando y existen muchas áreas, como los servicios del bosque, por ejemplo, que hoy no están siendo adecuadamente cubiertas por estos profesionales.

Yo hace muchos años que trabajo en la empresa privada y he visto que hay muchas universidades en Chile que siguen mirándose hacia adentro, viendo a la ingeniería forestal como algo que no ha variado en el tiempo, con mallas curriculares que están orientadas hacia ensayos de laboratorio o al desarrollo de trabajos en la biblioteca. Son pocas las universidades que se han dado el trabajo de ver qué es lo que requiere el sector forestal; se siguen formando profesionales desde el punto de vista de la universidad, no de lo que el mercado o la sociedad requieren.

Por lo tanto, la reinvención debe partir desde las carreras de ingeniería forestal. Yo creo que una de las grandes fortalezas de las universidades privadas es que, viendo la educación como un negocio, se han planteado qué es lo que quiere mi consumidor, que en este caso son las empresas, y en función de eso han desarrollado mallas curriculares que apuntan a generar un profesional que va a ser rápidamente captado por este cliente. Así es que las universidades debieran producir estos cambios, de manera de poder detectar qué es lo que la sociedad hoy día espera del sector forestal, y desde ese punto de vista producir esa reinvención del ingeniero forestal. Tienen un desafío muy importante, de abrirse y de mirar más allá.

¿Ha afectado la demanda por ingenieros forestales la concentración del sector privado?

Seguramente en mi opinión prevalece el hecho de que yo trabajo en una de las tres grandes empresas del sector, pero hay que considerar que el sector forestal chileno no compite entre sí; nosotros no estamos formando bosques o generando madera o celulosa para vender internamente en el país, ya que nuestro mercado es demasiado pequeño. El sector está orientado a lo que es la exportación y la única forma de llegar a estos mercados que están a miles de kilómetros de distancia o a varios dólares por metro cúbico es tener economías de escala que permitan competir con estos gigantes forestales que existen en el mundo y que están, obviamente, mucho más cerca de esos mercados. Así es que el tamaño, si es que se quiere ser competitivo a nivel global, sí importa. Ahora, esto no necesariamente significa que va a afectar el desarrollo de los ingenieros forestales, porque cada vez que se abren nuevos mercados van surgiendo nuevas necesidades y ahí es donde los ingenieros forestales debiéramos ser capaces de detectar qué es lo que va a necesitar esa empresa para ofrecer sus servicios o trabajo. Hay que recordar que las empresas no pueden hacer en forma directa todas las cosas que se requieren. Arauco no funciona así. La compañía tiene una planta de ingenieros forestales bastante acotada, pero se apoya en una cantidad de empresas de servicio muy importante. No me cabe la menor duda de que en las otras grandes empresas ocurre una situación similar.

También existe un mundo tremendo, que son los pequeños y medianos propietarios, quienes a lo mejor no tienen hoy la posibilidad de contar con la colaboración de un ingeniero forestal. Precisamente es por eso que necesitamos desarrollar ese sector, para que todo la actividad sea más equitativa, y es ahí donde nos hace sentido la existencia de una Subsecretaría Forestal, para que vean que éste no es un sector de grandes empresas, sino que uno donde también hay pequeños y medianos que necesitan incorporar las tecnologías que existen en las empresas. ¿Por qué razón la silvicultura incentiva sólo debe ser aplicada por las grandes compañías? Creo que los pequeños propietarios debieran ser capaces de poder aplicarla, con una adecuada estructura que los organice, ordene y aglutine de forma tal de que puedan ofrecer sus productos, ya sea a las grandes empresas o al mercado externo, pero tenemos que tener una visión, herramientas y mecanismos que fortalezcan y estimulen a este segmento.

En concreto, la existencia de grandes grupos forestales no debiera ser un freno para el desarrollo profesional de los ingenieros forestales. El que entra a la universidad pensando que después sólo va a trabajar en Arauco o Mininco está equivocado. El mundo ya no es así.

Se dice que en Chile las prácticas silvícolas están muy internalizadas por las empresas y, en este sentido, sería poco lo que un ingeniero forestal “clásico” puede aportar en esta materia, que es de amplio dominio y que se ha venido aplicando en los últimos 30 años…

Es probable. La investigación y desarrollo del área silvícola en Chile está a niveles realmente mundiales, pero tampoco está todo hecho. Nosotros tenemos que estar constantemente creciendo, ofreciendo nuevos y mejores productos a nuestros clientes finales y no podemos seguir pensando en que tenemos que tener todo el país con Pino radiata o eucalipto, sino que en el desarrollo del sector forestal en su conjunto, lo que incluye a los pequeños y medianos propietarios.

Es importante considerar que la estructura de costos comenzó a cambiar radicalmente en este país desde el punto de vista de la mano de obra y cada vez es más caro producir un metro cúbico de madera en Chile. Por esto, la alternativa es ponerle un “segundo piso al bosque”, es decir, cómo hacer para que una misma hectárea pueda generar más metros cúbicos en la misma unidad de tiempo, y es ahí donde creo que falta mucho por avanzar todavía.

No hay que seguir pensando que un ingeniero forestal es solamente sinónimo de poda, raleo o de actividad silvícola, sino que hay una serie de otras actividades que pueden desarrollar, sobre todo en la parte ambiental y en lo que es conservación y protección. El ingeniero forestal no es producción solamente. Lo importante es que los interesados en estudiar la carrera se informen mejor y no se guíen tanto por visiones del pasado u otras creencias; el mundo ha cambiado y hoy existe un nivel de información que antes no existía.

Por lo visto, se vienen hartos desafíos…

Sí, pero éste no es labor de una sola persona, sino que como presidente del Cifag me corresponde coordinar a un grupo de siete profesionales que estamos en la directiva. Sin el apoyo de todos no seríamos capaces de avanzar y lograr los objetivos que nos hemos planteado. Es un trabajo de equipo.

Fuente: Lignum