La industria rechaza la madera de Galicia por carecer de sello de gestión sostenible

Las empresas se ven obligadas a importar producto certificado de Brasil o China pese a que en estos países las exigencias medioambientales para obtener este sello son muy inferiores.

La falta en Galicia de bosques con sello de gestión forestal sostenible ha puesto contra las cuerdas a la industria de primera transformación de la madera de la comunidad. El sector avisa de que una mayoría de empresas se ha visto obligada a importar productos certificados de Brasil, China, Canadá o Austria -donde las exigencias medioambientales para obtener el sello son muy inferiores- para no perder sus contratos con las grandes distribuidoras, compañías de bricolaje y grandes tiendas de muebles. «Ya hay fábricas paradas en Galicia por esta razón», advierte Juan Picos, director de la asociación Monte Industria.

La certificación es un sello de calidad que garantiza una gestión forestal sostenible. A nivel mundial existen dos sistemas: PEFC y FSC. En ambos casos, esta distinción se obtiene después de un proceso de evaluación voluntaria de una unidad forestal en la que se verifica que la explotación de un monte cumple con unos estándares de calidad acordados de forma internacional pero con grandes diferencias de interpretación entre países. Por ejemplo, en Galicia se pide el certificado a partir de 100 hectáreas, mientras que en Brasil a partir de 30.000, según Picos.

En la comunidad gallega, que realiza la mitad de las talas de toda España, no existe ningún monte certificado FSC, y menos del 10% de la superficie forestal posee el sello PEFC. «Esto es así porque las exigencias de ambos sellos, pero sobre todo del FSC, son inasumibles para la realidad gallega», asegura Picos. Ambos sellos están adaptados en España para bosques de gestión pública y espacios protegidos pero no para pequeñas explotaciones privadas como en Galicia, donde hay 600.000 propietarios y 2.800 comunidades de montes.

«Es urgente promover la certificación de los montes autonómicos, pues de lo contrario el propio funcionamiento del sistema condenará la competitividad forestal de Galicia, cuando uno de los criterios más importantes de la certificación es que se concedan oportunidades de empleo para habitantes de la zona rural y que la transformación de los productos forestales se realice a nivel local», argumenta el director de la asociación Monte Industria.

En la actualidad, los esfuerzos realizados por promover la demanda de productos de madera certificada (grandes cadenas de muebles y bricolaje como Ikea ya lo exigen) y la práctica inexistencia de monte certificado en Galicia está disparando la importación de materia prima de terceros países, con el impacto que esto genera desde el punto de vista medioambiental (emisiones de transporte), económico y social. «No es una competencia justa», lamenta Picos. La venta de madera en Galicia en los últimos cinco años generó más ingresos a las zonas rurales que todos los fondos destinados al Programa de Desarrollo Rural (PDR) en el periodo 2007-2013, según Monte Industria.

Esta situación afecta a las especies de mayor interés comercial en Galicia, como el pinus radiata, que se sustituye por el pinus strobus (el pino blanco del Este), e incluso al eucalipto, reemplazado por otra variedad de la misma planta procedente de China. «Hay que tener en cuenta que en todo 2009 se certificó con el sello FSC menos de 5.000 metros cúbicos de madera en España. Eso se lo come la industria española en menos de dos horas», argumenta el director de Monte Industria.

Por otra parte, los datos del primer trimestre de 2010 sobre exportaciones de productos de la madera en Galicia reflejan un pequeño repunte. «Aunque estos datos son positivos, eso no compensa ni mínimamente el descenso de la actividad doméstica. El consumo sigue estancado y urge tomar medidas que incentiven la compra de mobiliario y de artículos de madera en España. Las empresas están buscando en el exterior las alternativas que no encuentran en el mercado nacional», concluye Belén Varela, gerente del Clúster de la Madera de Galicia (CMA).

Fuente: Lignum.cl